
- Mayo del año 2010, 4 intrépidos muchachos, entre los que yo me incluyo, deciden embarcarse en la aventura de realizar una prueba de resistencia consistente en realizar 62 Km. por montaña con un desnivel de 2100 m. Al ser la primera vez que hacían una prueba de estas características, para celebrarlo, deciden pegarse una opípara cena con un Ramón Bilbao edición limitada de 2008 y cogen una tajada de padre y señor mío. A las 4:30 de esa misma madrugada esos muchachos comienzan la prueba y la terminan en 13 horas y 43 minutos jurando y perjurando que no vuelven a hacer nada por el estilo.

- Enero del año 2012, uno de esos cuatro piltrafas (un servidor) decide, después de 3 años sin correr, hacer una media maratón y se la prepara en 3 semanas. El día de antes come migas acompañadas con un reserva de 2003, llamado Heredad de Ustarán de la Rioja Alavesa. Un pedazo de vino hecho de tempranillo, graciano y mazuelo, con una crianza de 24 meses en barrica y 12 en botella, todo un pecado para el paladar. Tras esto a la mañana siguiente corre y bate su marca de hacía 3 años en más de 5 minutos haciendo 1 hora y 45 minutos, pero no contento con esto se pega una comilona de carne a la brasa acompañado con el vino de la casa (el presupuesto no da para más) un Rioja joven llamado Chitón, vino sencillo, fresco y afrutado, que no tiene nada que envidiar a otros vinos jóvenes que hemos comentado en nuestro grupo de facebook. Bien, pues tras tajarse después de correr debería estar hecho polvo y para nada es así, mañana partidito de pádel de dos horas y luego baloncesto…
Conclusión: el vino es un acompañante cojonudo en las dietas de deportistas antes, como combustible rico en hidratos de carbono y después, como elemento regenerador por su alta cantidad de antioxidantes, y si no me creen… a las pruebas me remito.
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